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Parábola de los dos borrachos

Por Rafael M. Martos
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martes 17 de mayo de 2016, 14:59h

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No tiene nada que ver con que lo celebraran brindando con dos botellines de cerveza… porque no se me ocurre otra manera mejor de hacerlo, pero lo de Pablo Iglesias y Alberto Garzón tiene mucho que ver con la parábola de los dos borrachos.

Los primero que hacen dos borrachos es decirse que se quieren, que serán “colegas” para siempre, que ni mujeres ni dinero… ni tan siquiera pasiones futboleras, les separarán jamás… y llegan las palmadas en la espalda y los puñetazos juguetones, y el “coño, tío, que te quiero un huevo, que eres de puta madre…” que cuantas más palabrotas más sincera suena la alcohólica exaltación de la amistad.

Llegan los abrazos, al principio sólo con uno por que en la otra está el botellín o el vaso, y luego ya el abrazo verdadero, el que les deja cogidos. Al final, así podrían quedarse durmiendo la mona, o separarse un poco y avanzar a tumbos contándose sus penas o cantando un himno etílico del tipo “vamos muy bien, borrachos como cubas ¡y qué! aún nos mantenemos en pié, y ya no pararemos… hasta no poder ver!”

En fin, cualquiera diría que he vivido todo eso en algún momento de mi turbia juventud.

Una Izquierda Unida vampirizada en votos y sitiada por las deudas, y un Podemos en caída en cuanto a intención de voto, una unión –temporal o definitiva- es lo único que podía sostenerles en pie y aguantar hasta el amanecer… “yo tiro de mi amigo, o él tira de mi, lo que menos importa es quién tira de quién”.

Ambas formaciones, ambos líderes, están tan borrachos de egocentrismo populista. Sólo ellos representan a la gente, pero tan cegados andan –“veo dobles caras, luces que andan solas, maniquíes que sonríen mil bromas pesadas”- que no se enteran de que el pueblo prefiere al PP y al PSOE. Es decir, perciben una realidad distorsionada a la que se aferran, como cuando en mitad de la noche el borracho se queda embelesado ante unas luces que se le acercan, y no son más que un coche a toda velocidad que se le viene encima…

En estas situaciones de borrachera pueden pasar dos cosas. Una es que los amigos acaben aparcando a los dos colegas en algún escalón hasta que se les pase la melopea, y despierten con las aguas del camión de baldeo, o que resulten tan divertidos que acaben arrastrando al resto de amigos a su onírica revolución amorosa (cómo no recordar esas apelaciones de Pablo Iglesias a la sonrisa y al amor en sus edulcorados discursos de cuando no era ni de izquierdas ni de derechas).

Y gracias Obús, sin cuya inspiración este artículo no habría podido ser escrito… “siempre hay algo por lo que esta noche brindar”.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"