Tragedia en Ceuta

La tragedia sucedida la pasada semana en Ceuta debería hacer reflexionar a este Gobierno. Las 15 muertes ocurridas a pocos metros de la valla con Marruecos son la continuación de muchas otras muertes y desapariciones de personas que han llegado a nuestras fronteras huyendo de hambrunas, guerras y persecuciones políticas.

La postura que mantiene el Gobierno de Rajoy en materia de inmigración es absolutamente lamentable. No puede ser que, en pleno siglo XXI, haya un Gobierno que mantenga cuchillas en las vallas de Melilla y Ceuta para provocar heridas a quien intente saltarlas. La insensibilidad del Gobierno con estas personas ha llegado demasiado lejos. Son personas con nombres y apellidos, personas que han recorrido miles de kilómetros para conseguir una vida mejor, y el Gobierno, en vez de ofrecerles ayuda humanitaria, les ofrece cuchillas metálicas.

Esta insensibilidad propia de regímenes no democráticos no es novedosa en el Gobierno del PP. De hecho, la demuestra diariamente con todas las personas desfavorecidas.

Más allá de la pérdida de vidas humanas, también hay otro aspecto oscuro en lo sucedido en Ceuta. El director de la Guardia Civil aseguró que los agentes que intervinieron en este episodio no dispararon pelotas de goma (algo que estaría totalmente prohibido), pero posteriormente el ministro de Interior, Jorge Fernández, lo contradijo y admitió que sí. Este cambio de versiones sobre la actuación de las fuerzas de seguridad es intolerable, lo que ha llevado a las ONGs, el PSOE e incluso la Comisión Europea hayan instado al Gobierno de España a que investigue los hechos y depure responsabilidades. Incluso la Comisión Europea ha ido más allá y ha amenazado con imponer sanciones a España.

Ante la magnitud de lo ocurrido en Ceuta, sólo cabe una posibilidad: la dimisión del ministro de Interior o su cese inmediato, como responsable último de la muerte de, al menos, 15 personas. Mariano Rajoy debería tomar ya las riendas de su Gobierno y depurar las responsabilidades que tenga que depurar. El Gobierno debe estar para ayudar a las personas y no para mantener un silencio cómplice ante muertes injustas como las de Ceuta.