Mucho se ha hablado de que el partido con más afiliados de España, a la hora de la verdad, a la hora de pagar las cuotas, reduce su militancia hasta el punto de que si éstos fueran sus únicos votantes en unas elecciones generales, el Partido Popular sería extraparlamentario.
Pero a todo esto, no ha habido ni una sola autocrítica sobre el motivo o los motivos por los que ese hecho no fue detectado antes, ni por qué ocurre a este nivel tan extraordinario.
Nadie parece ser responsable de que en un partido con casi 900.000 afiliados, estén al corriente de sus obligaciones económicas con el mismo menos del 8%, y es que claro, hay que entender que los tesoreros del PP han estado ocupados en otras cosas y no tenían tiempo para estas minucias.
Por un lado está el mero hecho administrativo, por llamarlo de alguna manera, porque alguien debería explicar esta situación aparentemente desconocida hasta que con las primarias ha llegado las transparencia.
Luego hay otro elemento clave que incide en lo insólito de lo descubierto, y es que en el PP ha habido congresos locales, municipales, provinciales, autonómicos... y para participar en ellos se supone que hay que estar al corriente del pago de cuotas, como en todas la formaciones políticas. De haberse aplicado ese criterio el PP habría sabido con mucha antelación que su censo real eran menos de 70.000 personas, pero eso no se ha hecho. Y de eso, tampoco nadie es responsable.
Pero todo eso resulta secundario frente a la pregunta crítica, y es por qué los militantes del PP no pagan sus cuotas.
Una de las respuestas ya está dada. A pesar de ser una exigencia estatutaria, eso no se controla, y por tanto el partido deja participar sin pagar, por lo que... eso que te ahorras.
Otra se deduce de comparar el número de “paganos” con el de cargos públicos, incluyendo en este concepto no solo los que poseen cargos electos, también los asesores y otros puestos digitales. Casi se calcan las cifras. Pagan los que cobran, y en el PP llevan muchos años cobrando los mismos, siendo los mismos los que van las listas, los que obtienen puestos administrativos en las instituciones, o directamente en la burocracia interna.
Y de ahí llega la tercera reflexión. Debe generar muy poca confianza en un militante de base del PP observar que la única participación a la que tiene derecho si no es un “pata negra” es a pagar la cuota, porque él nunca irá en una candidatura, no tendrán un puesto de libre designación, no tendrá un cargo interno, y basta mirar apellidos a cualquier nivel. Sumen a eso lo conocido como “papeles de Bárcenas”, y es que la élite del partido ha estado décadas y décadas cobrando sueldos como cargos públicos, más sueldos del partido, más sobresueldos en A y en B. Sin duda eso produce, cuando menos, desazón.
Es cierto que este tipo de situaciones se conocen en otros partidos, claro, y basta recordar al PSOE, donde no hace falta escavar mucho para ver que se van recolocando aquellos que pasan a segunda fila, o cómo se rescatan a los de la tercera, aunque es indudable que da mucho más juego a la militancia sin pedigrí. Y qué decir, del censo... ya hemos visto como se han hecho las cosas en Almería capital... donde también las "familias" quieren seguir mandando ajenas a que la realidad va otros derroteros.
Las primarias del PP -más sensatas en su sistema que las del PSOE, aunque no exentas de peligros como esas- abren una ventana al aire fresco, a que la militancia se sienta útil, a que se sienta implicada en el proyecto, a que crea en la igualdad de oportunidades.
Al menos ya han servido para depurar el censo... algo es algo.