En realidad cumplir años no es que tenga un gran mérito, esto lo hace cualquiera teniendo salud claro, por otro lado debo reconocer que tiene algunas desventajas, pero bueno tampoco nos vamos a extender en esto ahora, a lo mejor otro día o mejor no. Pero también tiene algunas ventajas claro, si no esto sería horroroso, la más importante es tener tu propio criterio ante las diversas cuestiones, para ello es fundamental haber tenido la posibilidad de desarrollar un espíritu crítico en base a la gran cantidad de informaciones, conocimientos, estudios y experiencias que has podido obtener con el trascurso de los años. La famosa frase de Miguel de Cervantes en boca de Don Quijote de la Mancha, "Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades" , adquiere todo el sentido con el paso de los años.
La edad te hace inmune a las opiniones de los demás, esto no significa volverte un anacoreta ni actuar como si no existiera nadie más, porque vivir en sociedad implica tener empatía y respeto por los demás. Lo que significa es entender que las opiniones ajenas son solo eso, opiniones, no son hechos y desde luego en ningún caso te definen. Expresar opiniones propias y definir un criterio personal se pone de manifiesto cuando estás se expresan con delicadeza, humildad, prudencia y buenas palabras, huyendo de exabruptos, ordinariez, rencor o venganza.
Hay que considerar que al 90% de las personas no prestan mucha atención a las opiniones de los demás y al 10% restante, si eres una persona que opina sin someterte a una tribu determinada, pues proyectan sobre ti sus miedos o sus inseguridades. Ya sabemos que las personas que no tienen opinión propia, o peor aún, los que no se atreven a expresarla, tienden a criticar las ideas de los demás.
En el plano político en mi opinión, es muy difícil si tienes un mínimo criterio sobre temas de cualquier índole, coincidir al cien por cien con ningún partido político, lo más normal que es que coincidas en algunos temas con una opción política y en otros con otras opciones. No se explica que coincidas en todos los postulados de un partido al cien por cien, a no ser que tengas una necesidad de aceptación exacerbada, que puede ser más entendible en la juventud, y desde luego mucho menos en la madurez, o que tengas un interés concreto por defender una bandera siempre y en todo momento.
Y aquí llegamos un tema básico, el espíritu crítico en la juventud. Debemos fomentar el proceso de formación de criterio propio a los jóvenes. En esta época de la inmediatez, de las redes sociales, de los mensajes cortos, de la falta de reflexión y conversación, tenemos un problema muy grave en la formación de criterio de los jóvenes desde la libertad y el conocimiento. Debemos volver a los clásicos, cuenta la historia que Sócrates era conocido entre sus conciudadanos como "el tábano de Atenas". Se dice, además, que estaba encantado con ese sobrenombre porque le describía muy bien, su misión era la de aguijonear al personal a través de preguntas y explicaciones de esas que incordian y que, sobre todo, despiertan. Hoy día nos hacen falta muchos Sócrates, podemos decir que más Sócrates y menos redes sociales. Esta tarea no hay que circunscribirla a los educadores, a los profesores, no no en absoluto, en la casa, en el ámbito familiar, está la base de para poder generar personalidades libres y con criterio propio.
Las opiniones de los cargos políticos y de las personas con intereses de cualquier tipo, sobre todo económico en cualquier opción política, no son opiniones que nos deban influir de forma definitiva, tampoco el marco argumental que nos presentan, a veces distorsionado o establecido para dirigir la opinión hacia un lado determinado, esta estrategia la llevan a cabo todos los partidos políticos. Los ciudadanos en términos generales, podemos y debemos tener nuestro propio criterio e incluso nuestro propio planteamiento para establecer una opinión y definir un criterio particular de cada tema, que puede coincidir o no en su totalidad o parcialmente, con el de una opción política o puede no tener nada que ver con ninguna de las opciones políticas.
Es procedente recordar esta reflexión de George Orwell en su obra, Rebelión en la granja “Estoy bien informado de todos los argumentos que existen en contra de la libertad de pensamiento y de expresión, argumentos que declaran que esta no puede o que no debiera existir. Yo, simplemente, respondo que no me convencen y que nuestra civilización por un período de más cuatrocientos años se ha basado en criterios opuestos.”