¡Qué maravilla de noticia me llega desde la Universidad de California en Davis! Y qué razón tenían nuestras abuelas cuando decían que el mejor remedio para todos los males era tener alguien al lado que te quiera. Este estudio, publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, viene a ponerle ciencia a esa sabiduría popular: compartir momentos felices en pareja reduce el nivel de cortisol, la famosa hormona del estrés, en el cuerpo de las personas mayores.
Esto es importantísimo. Siempre hemos sabido que las emociones positivas (la alegría, la emoción, el amor) son buenas para la salud y que incluso alargan la vida. Pero la doctora Tomiko Yoneda y su equipo han ido un paso más allá, preguntándose: ¿Y qué pasa cuando esa felicidad se comparte? Porque seamos sinceros, la vida está llena de esos instantes que no son perfectos si no tienes a tu media naranja para comentarlos. Como cuando le cuentas a tu pareja que has visto delfines nadando junto al Cable Inglés o cuando los dos se ríen de una anécdota tonta.
El estudio analizó los niveles de cortisol en $321$ parejas de adultos mayores que vivían juntos en Canadá y Alemania. Y el resultado es claro: esos momentos de conexión y alegría compartida son una especie de bálsamo químico que le da un respiro a nuestro organismo. Es como si el cuerpo, al sentirse seguro y amado, dijera: "Vale, podemos bajar la guardia, todo está bien".
Aquí, en Almería, donde la gente mayor tiene ese apego tan fuerte a su vida social y familiar (y con razón), este estudio cobra aún más sentido. Mi abuelo Paco, que enviudó joven, siempre nos decía que lo que más echaba de menos no eran los grandes viajes, sino "las risas tontas de la merienda". Y es que al final, la verdadera salud mental y física no está en el aislamiento, sino en la conexión profunda.
No se trata solo de estar junto a alguien, sino de compartir la emoción. El amor, en esta etapa de la vida, no es solo compañía; es un escudo biológico contra el estrés crónico que tanto nos machaca. Así que, parejas mayores de El Zapillo o del Casco Histórico, a seguir compartiendo ese café, esa puesta de sol o esa broma recurrente. Es la mejor medicina y, además, ¡totalmente gratuita y sin efectos secundarios!