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Fronteras
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Fronteras

jueves 04 de septiembre de 2025, 13:45h
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Dicen algunos medios de comunicación que el gobierno de España no reconoce Andalucía como frontera marítima. Eso conlleva varios problemas, si realmente es de la forma como se ha contado. Reservas son necesarias, claro está. Porque casualmente, este comentarista solamente ha encontrado la noticia en medios propiedad de empresas simpatizantes del PP y de Vox y bastante amigas de sus dirigentes. Pero como el tema en sí, en limpio, no es una cuestión de ideología, si ha sido realmente así, no queda otro remedio que lamentarlo profundamente, porque las fronteras no son cuestión de ser reconocidas ni de creer en ellas, o no. Si el mundo fuera una “aldea global”, como soñó Marshall Mac Luhan, las fronteras no existirían. Pero existen desde tiempo inmemorial. Al principio muy diluidas, con territorios más o menos extensos divisorios como tierra de nadie. Pero en la actualidad han sido marcadas, incluso con sangre las más de las veces. Incluso el general Pavía, después de su recorrido triunfal con todo su ejército para dominar a los andaluces al precio que fuera, delimitó, dejó claramente marcada la frontera situada algún kilómetro al norte de Despeñaperros Pero para eso todavía falta.

Falta para que desaparezcan las aduanas y la vigilancia costera. Pero sobre todo falta la desaparición de las grandes diferencias entre territorios. Entonces, y con el mayor respeto a Cataluña, cuyos dirigentes se limitan a defender y llevar progreso económico y cultural a su tierra; pero si esta Comunidad fuera vecina de la andaluza, la gran diferencia entre ambas marcaría una frontera bien visible entre ambas. Porque las fronteras, señores del gobierno, no sólo son una línea en el mapa y una aduana o un puesto de vigilancia en la costa. Las fronteras son ideológicas, históricas, culturales, económicas. Y da la “casualidad” que quizá la negación de una Andalucía fronteriza, no sea más que una consecuencia de la anterior negación de nuestra personalidad, cultura, historia y, por supuesto, economía. La negación de frontera en este momento queda en mecanismo a afianzamiento de la realidad colonial impuesta desde el centro y mantenida por los partidos más votados.

Andalucía no tiene aduanas al sur (salvo la de Gibraltar), cosa lógica. El Mediterráneo no la necesita. Pero todavía el Mediterráneo no es el lago afrobético que fue en otro tiempo y debería seguir siendo. Todavía los intereses y las condiciones económicas al sur y al norte del Mare Nostrum, difieren de forma más que sensible, con la única excepción de los enclaves andaluces de Ceuta y Melilla, andaluces a pesar de la política, por más que le duela a los gobernantes de los partidos “artífices” de su separación política en 1979.

Los hechos prueban que Andalucía es tierra fronteriza. Que el gobierno de España lo sepa o no, o prefiera no saberlo, es un problema importante que afecta a todos, pero es responsabilidad exclusiva de la mentalidad de esos gobernantes. Porque si hasta aquí se ha visto los factores sociológicos de esa realidad, tozudamente ignorada y desmentida desde el centro, es bueno repetir su sola consecuencia de la política imperialista impuesta desde hace setecientos años, aunque ahora se haya quedado en mental y añorante.

Todavía queda otra consecuencia, resultado también de lo anterior: es que si el gobierno no considera esta Comunidad tierra fronteriza, con una frontera sur, es como cuando se hizo la distribución de zonas marítimas, en que la costa andaluza “desapareció”, engullida por la levantina por un lado y por el otro por la portuguesa. Conclúyase, porque la consecuencia última de esa doble falta de consideración, es que Andalucía pierda ingresos en el reparto de menores migrantes. Los números manejados por PP y Vox sobre un supuesto aumento de la delincuencia a causa de la emigración, son plenamente falsos, como demuestran las estadísticas, pues en los últimos quince años la delincuencia ha bajado mientras ha subido la emigración; por eso tienen que utilizar una sola violación para magnificarla y culpar a todo el colectivo, mientras callan ante las decenas de violaciones llevadas a cabo por españoles y tratadas en los juzgados.

Pero lo grave no es que Andalucía reciba más o menor número de migrantes menores de edad. Que reciba los que tenga que recibir en consonancia con datos objetivos, ponderados y reales. Pero que reciba también cuanto le corresponda para la atención de ese colectivo; para hacer frente a los gastos de su mantenimiento y a los provocados a la Administración andaluza por su acogida. Sería error negarse a la acogida, porque si son tratados debidamente y debidamente formados, se integrarán y trabajarán en beneficio de la sociedad, como ya hacen otros miles. Pero todo eso tiene un coste y un desgaste que también es coste. Sería plenamente injusto y despreciable, negar la situación fronteriza de Andalucía para sisarle algunos millones de euros.

Rafael Sanmartín

Estudió Filosofía y Marketing y es especialista en Historia. Ha trabajado en prensa, radio y TV. Obtuvo el premio 'Temas' de relato corto por El Puente (1988), así como el '28-F' (2001), por La serie La Andalucía de la Transición, emitida por Canal Sur Televisión. De su producción literaria cabe destacar: El País que Nunca Existió (1977), El Color del Cristal, novela (2001), La Importancia de un Hombre Normal, que narra la biografía de Blas Infante, (2003), Historia de Andalucía Para Jóvenes (2005), Grandes Infamias (2006) y De Aquellos Polvos... La Autonomía y sus orígenes históricos (2011) Para el autor "la Historia es el espejo donde podemos vernos y conocernos, aunque, como está escrita por los vencedores, debe analizarse con espíritu crítico para poder interpretarla".