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Lo llaman meritocracia
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Lo llaman meritocracia

Por Rafael M. Martos
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domingo 27 de julio de 2025, 06:00h
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Lo llaman meritocracia, y lo repiten tanto que a veces uno casi se lo cree. Que si el esfuerzo, que si el mérito, que si la cultura del trabajo y la excelencia personal. Pero luego te das una vuelta por el patio de la política y ves cómo funciona de verdad: ni mérito, ni criba, ni carrera. Lo que hay son empujones, enchufes, cuotas de visibilidad y muchas veces, sobre todo, complejos.

Ahí tienen el caso de Noelia Núñez, la diputada del PP que esta semana se ha visto obligada a dimitir tras saberse que no tenía ni una sola de las carreras universitarias que decía tener: ni Derecho, ni Filología Inglesa, ni Ciencias Políticas. No tenía ninguna... ojo, que hasta figuraba de profesora de Ciencias Políticas en el campus madrileño de una universidad guatemalteca. Y sin embargo, ahí estaba: concejala joven en Fuenlabrada, portavoz, diputada en el Congreso, presidenta local del PP y vicesecretaria nacional recién ratificada por Feijóo. ¡Una ayuser a la que le gustaba la fruta!

Aquí está lo más interesante del asunto. Porque probablemente ni ella misma se lo creía. Probablemente Noelia Núñez, al verse tan arriba, tan pronto, tan alto y tan rápido, se sintió acomplejada ¿cuales era sus méritos? No había trabajado nunca fuera de la política, tampoco tiene estudios universitarios... ¿cuál es su mérito? Y ella, consciente de que en su entorno hay gente que sí ha estudiado, que sí ha trabajado duro en una carrera y en otra, y que además también están en política, debió pensar que tenía que compensar como fuera. Que para estar ahí, había que tener algo tangible, algo que poder decir. Y como no lo tenía, se lo inventó.

Porque eso fue lo que hizo: engordó su currículum. No solo sobre el papel, sino en entrevistas, declaraciones, perfiles públicos. No es un despiste, ni una errata, ni un olvido. Es una construcción... o incluso, inocentemente se dejó arrastrar de modo imparable, como cuando das vueltas a una bola de nieve, y crece, crece, crece... mientras rueda hacia abajo.

Es una biografía inventada para ajustarse al molde de lo que se supone que debe ser una persona “válida”. Esa es la trampa de la falsa meritocracia: que no solo estafa a los demás, sino que obliga al propio impostor a convertirse en personaje. Noelia mintió, sí, pero lo más triste es que seguramente mintió para sobrevivir dentro de un sistema que la obligaba a justificar su sitio. Y eso, por contradictorio que parezca, también la retrata como víctima del mismo relato que vendía.

Dicen ahora que para ser político no es preciso tener estudios universitarios, y es cierto, pero no deja de ser contradictorio con el hecho de que al funcionario se le exijan titulaciones demostradas, oposiciones... y quien manda ellos no necesite nada más que tener un pico de oro.

Para pico de oro el de la vicepresidenta sumarísima Yolanda Díaz, que expresaba en una entrevista que sería "feliz" sin su país gobernara un albañil. A ver, alma cándida, a un licenciado en Ciencias Económicas ni le ocurre decirle a un albañil como poner ladrillos para hacer un muro, pero el albañil sí puede dirigir la política económica ¿es eso? Pues ahora me quedo mucho más tranquilo.

Y no, esto no va solo del PP. Lo mismo puede decirse de otras siglas. Santiago Abascal, por ejemplo: liberal sin empresa, defensor del autónomo sin haber sido nunca uno. Toda su vida a sueldo del dinero público, desde que tenía veintipocos años, en los mismos chiringuitos en los que ahora no quiere que a otros, a la sopa boba del enchufe que ahora critica. ¿Y qué sabe él de levantar la persiana de un negocio, de pagar nóminas, de pelearse con la Seguridad Social cuando no te cuadran las cuentas? Nada. Pero eso sí, muchas lecciones sobre el mercado, la libertad y el emprendimiento. Meritocracia versión “teoría del funcionario”.

Y el PSOE, igual. O me van a decir que Pedro Sánchez, con su historial de partido desde la juventud y una tesis más que discutida, es el epítome del esfuerzo en el mundo laboral privado. ¿Quién de ellos ha tenido que vivir con el miedo a no llegar a fin de mes? ¿Quién sabe lo que es firmar una nómina o perder el sueño por los pagos del trimestre? Ninguno. Pero ahí están, dictándonos desde el BOE cómo tenemos que organizarnos los de abajo, los que sí sudamos para pagar autónomos, IRPF, IVA y el alquiler.

La política en España está llena de Noelias, y ya han salido tantos nombres que no hay tiempo ni espacio para recordarlos. No porque todos mientan —que algunos sí—, sino porque todos participan en el mismo teatro. El decorado se llama mérito, pero el guion lo escribe la cuota, el dedo, el márketing, la visibilidad o directamente la obediencia ¿dónde vas a ir tú con 30 años, si haber acabado tus estudios, sin haber trabajado fuera de la política, y cobrando el doble o el triple que la gente de tu edad en el sector privado? Pues eso, se convierten en medradores de si mismos, en equilibristas que solo piensan en mantenerse a cualquier precio, la suma de la lealtad. Y en ese marco, o tienes carrera, o la simulas. Porque hay que demostrar algo, aunque sea de cartón.

Así que cuando vean a un político hablando de esfuerzo y mérito, pregunten primero qué ha hecho él en su vida para estar donde está. Y si no hay respuesta, ya saben: probablemente él también se lo preguntó una vez, y en lugar de ser sincero, decidió inventarse una biografía.

Es como los curas que dan lecciones de matrimonio sin haberse casado nunca, o enseñan a tratar a los hijos sin haberlos tenido. Lecciones vendo que para mi no tengo.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"