Yo soy Laura
martes 24 de febrero de 2015, 07:20h
Add to Flipboard Magazine.
Esta noche, cuando volvía a casa, aún no sabía sobre qué iba a versar esta columna de los martes en Noticias de Almería. Había pensado en los imputados Griñán y Chaves y en el trato preferente de que gozan dentro del Partido Socialista con respecto a otros compañeros como Gómez. Una pareja como ésa, lo del todos somos iguales pero algunos más iguales que otros que dijera el tío Orwell, el silencio de cordera de Díaz, la coincidencia con el 50 aniversario de la muerte de Stan Laurel y una colección de vespas en miniatura siempre pueden dar mucho juego.
Podría haberme ocupado del flamante ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, paladín a la taza de la austeridad cuando aún sólo era portacoz del Partido Popular en el Congreso de los Diputados que, siendo alcalde de Vitoria, firmó un contrato de alquiler por casi ocho millones de eurazos de un local escasos días antes comprado por un amigo suyo en poco más de dos y medio, con una cláusula incorporada que obliga al Consistorio a comulgárselo, cual piedra de molino, por veinte años que, ya se sabe, no son nada.
¡Y la de chistes, burlas y cuchufletas que le podía sacar a la patada que la Rita Barberá le pegó la otra nit a gramática y diccionario de la virtual academia de la llengua valenciá!
Pero ver en las noticias que un grupo de descerebrados se solidarice con un presunto maltratador de mujeres, insultando, además, a la víctima, impide utilizar el ingenio para quiebros y chocarrerías. Duele saber de la existencia de esa hez de apologetas. Duele constatar la pasividad cómplice de los miles que les rodeaban e incluso reían la maldita la gracia. Duele ver a la presidenta de la Junta y secretaria general de un partido que lleva treinta y tres años ejerciendo, es un decir, la competencia de educar a esas bestias, escurrir el bulto de la responsabilidad sin entonar siquiera la más mínima autocrítica. Ya se sabe, la culpa siempre es de otro.
Y duele, sobre todo, ver las imágenes de la cara de Laura, mirando al suelo, hinchada por los golpes de un canalla que no parece distinguir un rostro de una pelota. La piel arada por la reja inhumana de un ejemplar de tarado.
Esta noche escribiré que yo soy Laura.
Presidente de Argaria, asociación cultural
|
|