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PP: La convención que no convenció

Por Rafael M. Martos
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lunes 13 de julio de 2015, 17:20h

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El Partido Popular había puesto en la convención de este fin de semana todas sus esperanzas de transmitir una imagen de renovación que sirviera de impulso para las próximas elecciones general, pero parece que no ha convencido ni a los suyos.

Un alcalde relevante de la provincia me admite que está decepcionado, que esperaba “más concreción”, otro que “el que tiene que renovarse es Mariano”, y un tercer asistente era algo más generoso al indicarme que “nos sigue fallando la comunicación”.

Pues sí, eso debe ser, porque visto lo visto -o sea, que tras las loas públicas todo sean críticas en privado- demuestra que ni siquiera la comunicación interna funciona.

La convención podría resumirse en dos claves que uno de los confidentes me transmite. Afirma que no entiende que Mariano Rajoy se presentara con traje oscuro y corbata (“con uniforme de registrador de la propiedad” según sus palabras) en un acto de pretendida modernidad en el que estaban “prohibidas” las chaquetas y las corbatas, prendas que no usó ninguno de los que tomaron la palabra.

Pero si ese desajuste entre la dirección que quiere tomar el partido y la dirección de quien lo dirige es pura divergencia, me comenta esta misma persona que para él ha sido un “error grave” el cambio de logotipo, y cuando tercio diciéndole a mi “también” me resulta tan horroroso como la “alcahofa” con la que el PSOE quiso modernizar su rosa, me contesta que es cuestión de gustos, pero que lo que le ha parecido mal es hacer el cambio “ahora”.

Le escucho con atención, por que en un par de detalles me está dando una clase de comunicación política. Me indica que queda muy poco para las elecciones generales, y hacer llegar la nueva imagen a todos los rincones del país será complicado, y hasta augura problemas cuando la gente vaya a buscar la papeleta “eso se hace después de unas elecciones, que tienes dos o tres años para crear marca”. Interesante.

Me añade mi interlocutor otra crítica más -la última...- y es que si los votantes y los militantes te piden un cambio, no puedes salir con el cambio de logo “por que parece que ese es el único cambio que has hecho o que propones, e incluso el debate y las tertulias en lo que se van a centrar es en él, en si es feo o bonito, y los temas de calado no salen a la luz”.

El Partido Popular tiene claro que no sólo han evitado que la crisis colapsara España, si no que se ha iniciado la recuperación, y que en la próxima legislatura se comenzarán a recuperar derechos sociales perdidos precisamente para poder cambiar esa tendencia. Eso es lo que piensa, eso es lo que dicen, pero es lo que no están sabiendo hacer entender a la ciudadanía. Es como salir con traje y corbata en una convención política a la que todos acuden en vaqueros... que alguien no se ha enterado de la cosa.

Por simplificarlo, Rajoy no ha sabido darse cuenta de que el ministro que nos subió los impuestos tras hacer profesión pública de fe en campaña en que la bajada era la panacea para salir de la crisis, no iba a ser creíble cuando dijera ante una nueva campaña que “ahora sí” los bajará... y lo mismo vale para el resto.

Rajoy, o quienes están en su entorno, han cometido demasiados errores estratégicos, empezando por no darse cuenta de que su mayoría absoluta, en realidad, está lograda con menos votos de los que tuvo Zapatero sin ella. Es decir, que no se ha enterado de que por muy mal que lo hiciera Zapatero, por muy cabreada que estuviera la ciudadanía con él, por muy decepcionado que estuvieran militantes y simpatizantes... aún así, Zapatero logró más votos de los que cuatro años más tarde, y con un exitazo en municipales, autonómicas (¡pero si hasta el PP fue el más votado en Andalucía!) y europeas... consiguió él. Ganó por incomparecencia del adversario y no han sida capaces de prepararse para cuando éste decida acudir a la arena.

Los votantes pueden perdonar que haya corruptos en un partido porque entiende que no todos los dirigentes lo son, pero el votante no tolera que cuando se descubre un corrupto estridente, de esos pillados con las manos en los billetes y la confesión grabada, sea actúe con delicadeza y suavidad, como si fuera “un amiguito del alma” o se le pide que sea “fuerte”.

Luego llegó el experimento de Podemos, y más tarde el de Ciudadanos... todos rana.

Y sólo queda hasta noviembre... y la prórroga, tal vez diciembre.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"