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Aceitunas negras partidas

martes 18 de agosto de 2015, 20:39h

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La inmensa mayoría de las llamadas aceitunas negras maduras “de lata” han pasado procesos industriales, y no son negras, ni son maduras; son aceitunas verdes y frescas sometidas a tratamientos con lejía, un álcali fuerte (lixivixación), hierro y oxígeno líquido que ablandan la pectina, envejece y oscurece, finalmente, el fruto del olivo. Nuestro modo de hacer las cosas es muy diferente.

La aceituna fresca es intolerable al paladar debido a su alto contenido en fenoles amargos (óleo-europeína). Hace unos 5000 años, en la edad del bronce de nuestras tierras mediterráneas donde tuvieron lugar la primera ciudad -Los Millares- y el primer estado (El Argar), aceite y vino se obtuvieron tras observación atenta y paciente y grandes dosis de creatividad. La aceituna fresca, remojada durante semanas, cambiando el agua salada (salmuera), se tornaba aceptable: fue la fermentación empírica. Los romanos añadían ceniza de leña (un álcali esencialmente) y redujeron la espera a sólo uno o dos días. El álcali descompone los fenoles, rasga la cérea cutícula y ayuda a que el efecto salmuera penetre, desarrollando una textura crujiente y un sabor hormigueante, con fondo de vino, leve amargor y afrutado. Las aceitunas negras industriales saben resbaloso, a jabón, planas, como a cocido…es la lejía en exceso y “el tempo”.

El encurtido almeriense es una variante sumamente inteligente de cocina que emplea grados variables de salmuera (% de sal): pepinillos y cebollitas (5%-8%),alcaparrones y aceitunas (6%-10%) o coles y zanahorias (2%); y recuerdos del monte (el carvacol del tomillo, el timol o espíritu de humo del orégano, el romero, la albahaca, la mejorana; y el OHNa (la lejía); más el ácido láctico producto de la fermentación que llevan a cabo bacterias benignas –leuconostoc, lactnobacillus-, amables, antiguas y lentas, que llevan millones de años en la tierra actuando sobre los vegetales en descomposición (las mismas que transforman la leche en yogurt, o la carne picada en chorizo, o participan en la segunda fermentación del vino). Es clave que el proceso se produzca sin intervención del oxígeno ambiente o con mínimo efecto.

El vinagre (ácido acético) puede sustituir al láctico, pero cambia el sabor, dominando en exceso.

La sal marina, sin purificar, es importante: aporta minerales que se ionizan en el agua y unen las duras pectinas vegetales, dando ese tono de tacto crujiente en boca. Esto mismo hace la llamada “alumbre” (Oh Al, hidróxido de aluminio) o la “cal de encurtir” (OH Ca2, hidróxido de calcio).

Encurtir es fermentar con arte y lenta paciencia de la tierra. Nuestras aceitunas negras partidas son un logro milenario y sin ellas apenas se entenderían las migas almerienses, el remojón de san antón, y tantas tapas cotidianas y sencillas de esta ciudad que vive lentamente, a veces demasiado lentamente…como saliendo de la edad del bronce, digamos, tardío.

Nicasio Marín

Concejal del Ayuntamiento de Almería por el Partido Popular

Médico de profesión. Ha sido presidente del Sindicato Médico en Almería