La clausura del XV Festival Internacional de Cine de Almería ha dejado claro vamos por el buen camino para recuperar algo más que el esplendor que tuvo esta tierra muchos años atrás en las pantallas de medio mundo.
El salto dado desde el festival de cortos al de largos hay que reconocer que fue arriesgado. De ser punteros en un ámbito especializado, a meterse en un terreno en el que hay otros muchos y muy asentados, corría el riesgo de dejar el de Almería en tierra de nadie, pero no ha sido así.
El propio Jose Coronado, a quien este año le ha sido entregada la distinción “Tierra de cine”, lo decía muy claro: “que tiemble el Festival de Málaga”. No le hacía falta entrar en ese detalle, y si lo hizo sólo pudo ser desde el convencimiento de que en Almería se han sentado las bases para ser un gran referente en el sector.
No sólo eso, en la Memoria de la Andalucía Film Commission de 2015, se destaca de modo textual el auge de la cinematografía en la provincia, en la que han crecido los rodajes de modo exponencial, y además de películas y series de gran éxito de crítica y público, por lo que el impacto positivo se multiplica. Para la presentación de la Memoria del año anterior fue escogida precisamente la Alcazaba de Almería, y no por azar.
El alcalde de Almería, Ramón Fernández Pacheco, comentaba en el photocall de la gala, a preguntas de los compañeros de Interalmería TV, que sólo en la capital ya había habido este año –si no recuerdo mal- más de una veintena de rodajes de diverso tipo. Apuntaba también que en estos días de Festival estaban todos los hoteles llenos, así como los restaurantes. Obviamente es una semana nada más, pero es un ejemplo de lo que mueve el cine cuando tiene que hacer cualquier película o serie… es mucha gente antes y durante los rodajes; y a eso hay que sumarle el cada vez más atractivo turismo de cinéfilos, rutas en las que mostrar los escenarios de Mar de Plástico o de Juego de Tronos, por mencionar sólo dos casos.
Bastaba escuchar a los actores y productores que pasaron ante las cámaras antes de entrar en el Maestro Padilla para advertir qué tenemos. Si quitamos aquellos elogios que fácilmente podrían colocarse en cualquier otro festival, y que son de mero agradecimientos a quien te acoge y reconoce, es muy interesante destacar que para muchos de ellos –muchos- Almería es lugar elegido para descansar, y que por tanto no es tierra ajena, que repite, y que si lo haces es porque les gustar, porque se siente bien aquí. De hecho, el reconocimiento a la amabilidad de las personas de la organización, y a lo bien que lo han hecho, era constante entre los asistentes a la gala, lo que es un detalle significativo.
Pero hay mucho más, y es que para todos es una clave nuestro clima y nuestros paisajes, algo que siempre lo ha sido, pero de lo que eran otros los que se aprovechaban.
La apuesta firme de la Diputación por impulsar el Festival, por hacerlo crecer, se suma a la promover de modo serio nuestras posibilidades para el mundo del cine, y lo está haciendo de un modo solvente. No puede uno sentarse a esperar a ver si alguien viene, como ocurría antes, y hay que ir a por las productoras, hay que darles facilidades de todo tipo, intentar que nos tengan entre sus primeras opciones.
El cine es un negocio… un arte, pero un negocio, porque ambas cosas no son incompatibles ni mucho menos. Y es un negocio que mueve mucho dinero. Almería apenas se benefició económicamente de las viejas películas del oeste, más allá de algunas migajas, pero estamos en otro momento, debemos demostrar que hemos aprendido, que estamos preparados para ese salto, como el que ha dado el Festival.