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Un repaso por Aznar

Por Rafael M. Martos
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miércoles 21 de diciembre de 2016, 12:39h

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José María Aznar ha perdido una magnífica oportunidad de quedarse callado… otra vez. Cuando uno tiene tanto pasado, y en ese pasado se ha tenido tanta responsabilidad, y cuando los tuyos te lo tienen tan reconocido, lo mejor es comportarse como un jarrón chino: quedarse quieto donde lo pongan, para no correr el riesgo de acabar estrellado contra el suelo, roto, irreparable.

Ahora que renuncia a seguir siendo presidente de honor del PP, vamos a dar un breve repaso sobre algunas de sus sombras, y sobre las supuestas luces que, en realidad, sólo aumentan sus sombras.

Aznar tenía como gran apuesta sucesoria a Rodrigo Rato… y ya hemos visto quién es el personaje, pero es que también estaban entre sus más próximos colaboradores el condenado Jaume Matas, o el investigado Francisco Camps, que como mínimo fue despilfarrador de reconocido prestigio entre sus amigotes. Pero puestos a recordar, cómo no poner sobre la mesa que Miguel Blesa fue elegido para dirigir Cajamadrid –luego Bankia- por ser su amigo… nada más… ya conocemos la historia de las tarjetas “black” y de lo que no son las “black”.

A Aznar también hay que recordarle que su “milagro” económico no fue tal. La indigencia en la que nos dejó el socialista Felipe González, fue remontada gracias a los fondos de la Unión Europea, gracias a los buenos pulmones con los que infló la burbuja inmobiliaria que ahora ha estallado, y principalmente porque privatizó todas las empresas públicas que quedaban.

Aznar, ese que hablaba catalán en la intimidad y “texano” en público, es el que se creyó lo de las armas de destrucción masiva, que no existían, haciendo uno de los mayores ridículos que se recuerdan en el mundo de la política, y de paso embarcándonos en una guerra de la que aún estamos sufriendo las consecuencias. O fue tonto con balcones a la calle para tragarse lo que le contó su amigo George Bush, o nos quiso engañar él a todos. En cualquier caso, inaceptable a la vez que humillante.

No menos irrelevante fue su gestión del atentado del 11-M. También el de prevención, ya que veníamos de atentados en Marruecos contra intereses españoles, si bien lo peor fue su gestión de aquellos nefastos días, y que le costó el gobierno al PP.

Si seguimos con la política interna, todavía está por ver el éxito de su iniciativa de recoger por toda España firmas contra el Estatuto Catalán. No sólo logró “victimizar” a Cataluña y que eso lo aprovecharan los nacionalistas, es que además se hundió más el PP en esa Comunidad, y dejó la puerta abierta para el nacimiento y desarrollo de Ciudadanos.

Pero es que claro, eso vino después de que él, Aznar, cediera más que ningún otro presidente antes, a las exigencias de los nacionalistas, y después, de que él, y no otro, hablara de ETA como Movimiento Vasco de Liberación Nacional.

Por si fuera poco, ese insípido y escasamente brillante registrador de la propiedad llamado Mariano Rajoy, ganó las elecciones con mayoría absoluta a la tercera (¿cuánto tardó el propio Aznar en ganar las primeras suyas?), logró más escaños que nunca tuvo el PP, y ha vuelto a vencer dos veces más… pese a la crisis y la corrupción… una corrupción que… por las fechas, corresponde al aznarismo, sí, que a Bárcenas lo colocó él, y sus papeles corresponden a aquella época. Basta revisar una vez más el vídeo de la boda de su hija para ver a lo más granado que pasa hoy por los juzgados.

Y lo que sin duda dice mucho de quién es Aznar, es su último encontronazo con la Agencia Tributaria. Eso de que un expresidente de Gobierno, además inspector de Hacienda, se monte un tinglaillo tipo “Monedero” para escaquearse y pagar menos impuestos, no es de recibo.

Lo que no resulta lógico es que quien tiene todo esto a su espalda, se porte como lo hace con el PP. Su deslealtad es impresionante. Aznar no puede dar lecciones de nada. De nada.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"