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¿Ahora la UCO es buena?
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¿Ahora la UCO es buena?

Por Rafael M. Martos
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lunes 24 de noviembre de 2025, 06:00h
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Dicen que la hemeroteca es el peor enemigo del político, pero yo añado que la coherencia es esa virtud que, en España, se devalúa más rápido que el metro cuadrado en el desierto. Esta semana, la provincia de Almería ha sufrido un terremoto político de magnitud incalculable. Por segunda vez, los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil han subido la escalinata de la calle Navarro Rodrigo para entrar en el Palacio Provincial. El resultado, ya lo saben: la detención de Javier Aureliano García, hasta el viernes presidente de la institución, y de su mano derecha y vicepresidente, Fernando Giménez. Ambos han dejado sus cargos orgánicos y públicos, descabezando de facto una institución donde el Partido Popular gobernaba con una placidez de mayoría absoluta.

Lo sorprendente —o quizá no tanto, visto el nivel del patio— no es solo el hecho judicial, que ya de por sí es gravísimo y debe ser depurado hasta las últimas consecuencias. Lo verdaderamente fascinante ha sido observar la metamorfosis del PSOE de Almería y de sus mayores en Madrid. De repente, como por arte de magia, hemos descubierto que la UCO es buena.

¡Aleluya!

Resulta curioso, porque hasta hace apenas un telediario, para el sanchismo y sus terminales mediáticas, la UCO no era más que un nido de conspiradores reaccionarios. ¿Recuerdan al Teniente Coronel Antonio Balas, jefe de la unidad? Ese hombre al que, según las grabaciones desveladas, la “fontanera” socialista Leire Díez buscaba inhabilitar buscando trapos sucios desesperadamente porque era un peligro. Entonces, cuando la UCO investigaba los negocios de Begoña Gómez, la esposa del presidente del Gobierno; o cuando ponía la lupa sobre los informes patrimoniales de David Sánchez, el hermano músico; o cuando destapaba la trama de Koldo García, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, la Guardia Civil era, según el relato oficial de Ferraz, poco menos que un brazo armado de la "fachosfera" y la extrema derecha.

Decían que actuaban solo y exclusivamente por ser quienes eran. Que si lawfare, que si persecución política, que si el juez instructor prevaricaba...

Pero, ¡vaya por Dios!, qué giros tiene el destino. Ahora que la UCO ha entrado en la Diputación de Almería y se ha llevado por delante a la cúpula del Partido Popular, el PSOE ha sufrido una epifanía. Ahora, los informes de la UCO son la Biblia en verso. Ahora no hay presunción de inocencia que valga; lo que diga el instituto armado es palabra revelada. Ya no son esos "lacayos de la derecha" que perseguían al Fiscal General del Estado, Álvaro García Ortiz —condenado, por cierto, gracias a las pruebas que esa misma UCO aportó—. Ahora son héroes de la democracia.

Es enternecedor ver a los portavoces socialistas locales dando por sentencias firmes los atestados policiales, con una fe ciega que ya quisieran para sí en otros asuntos. Se les olvida que la vara de medir la decencia no debería encoger o estirar según las siglas del investigado.

Frente a este espectáculo de contorsionismo moral, nos encontramos con un dato que, aunque duela reconocerlo a los amantes del ruido, es objetivo: el Partido Popular. Ante el descalabro de ver a sus máximos dirigentes provinciales detenidos, no hemos escuchado ni un solo ataque a los jueces, ni una sola crítica a la UCO, ni una sola mención a conspiraciones ocultas. Han mantenido un respetuoso silencio sobre la acción judicial. Ni Javier Aureliano ni su entorno han salido gritando que esto es una cacería del "sanchismo" para recuperar la Diputación. Han dimitido (o les han hecho dimitir) y punto.

Quizá, y solo quizá, en el PSOE deberían tomar nota. No se puede soplar y sorber al mismo tiempo. No se puede encargar a Leire Díez que busque basura contra el Teniente Coronel Balas para apartarlo de la carrera cuando investiga la corrupción propia, y luego aplaudir con las orejas a ese mismo Teniente Coronel cuando detiene a un rival político en una provincia andaluza.

La realidad, señores, es más sencilla y menos conspiranoica: la UCO no es de derechas ni de izquierdas. Es de la ley. Y la ley, cuando se aplica con rigor, es esa apisonadora que no distingue entre el carné que llevas en la cartera, ya sea el del puño y la rosa o el de la gaviota. La UCO no ha cambiado; sigue siendo la misma que incomodaba a Ábalos y la que ahora ha sacado los colores al PP de Almería. Los que han cambiado, con un oportunismo que sonroja, son aquellos que solo creen en la Justicia cuando el mazo golpea en la cabeza del vecino.

A ver si nos aclaramos: o la UCO es una garantía del Estado de Derecho, o es una policía política. Pero ser las dos cosas a la vez, dependiendo de si el detenido se llama Koldo o se llama Javier, es tomar a los almerienses por tontos. Y eso, créanme, se paga caro en las urnas.

Rafael M. Martos

Editor de Noticias de Almería y Coordinador de la Delegación en Almeria de 7TV Andalucía

Periodista. Autor de "No les va a gustar", "Palomares en los papeles secretos EEUU", "Bandera de la infamia", "Más allá del cementerio azul", "Covid19: Diario del confinamiento" y "Por Andalucía Libre: La postverdad construida sobre la lucha por la autonomía andaluza". Y también de las novelas "Todo por la patria", "Una bala en el faro" y "El río que mueve Andorra"