El festival de música 'Alamar', celebrado en Almería del 19 al 22 de junio, se encuentra bajo la lupa del Juzgado de Instrucción número 2 de la ciudad. Este interés judicial surge tras la muerte de cuatro gacelas y un arruí en una finca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), lo que ha llevado a la magistrada a solicitar varios informes y copias al Ayuntamiento local.
Según fuentes del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, esta investigación responde a una denuncia interpuesta el pasado 18 de julio por el Grupo Municipal Socialista, que critica al equipo de Gobierno municipal por su gestión durante el evento. Sin embargo, aún está pendiente que los socialistas ratifiquen oficialmente esta denuncia ante la juez.
En este contexto, se han requerido informes sobre diversos aspectos del festival 'Alamar', incluyendo detalles sobre los conciertos realizados, un informe técnico que justificara la celebración del evento y las mediciones de decibelios realizadas durante el mismo. Además, ya se ha recibido en sede judicial un informe del CSIC relacionado con las necropsias practicadas a los animales fallecidos.
El parque de La Hoya, donde tuvo lugar el festival junto a la emblemática Alcazaba de Almería, es parte fundamental del ecosistema que alberga a especies en peligro como las gacelas y el arruí sahariano. Días antes del festival, la Estación Experimental de Zonas Áridas (EEZA) advirtió sobre los efectos perjudiciales del ruido en estos animales durante su periodo reproductivo.
A pesar de las advertencias emitidas por la EEZA-CSIC sobre los riesgos para su programa de conservación, que protege aproximadamente a 400 ejemplares salvajes, los conciertos continuaron según lo previsto. La alcaldesa María del Mar Vázquez (PP) había anunciado previamente un estudio acústico tras recibir quejas, aunque defendió que "el uso del parque es compatible con un uso cultural", argumentando que se estaban promoviendo "acciones culturales acústicas de bajo impacto sonoro".
Tras concluir el festival 'Alamar', la EEZA-CSIC informó sobre la muerte trágica de tres gacelas mohor —incluyendo una cría y otra hembra gestante— así como una gacela recién nacida. Las necropsias revelaron que las muertes fueron causadas por estrés y agitación provocados por los conciertos, según explicó Sonia Domínguez, veterinaria del instituto.
Teresa Abáigar, directora de la EEZA, expresó su frustración ante lo que considera una falta de precaución por parte del Ayuntamiento: "Es inaceptable que no haya mostrado el sentido exigible para proteger a estas especies".
Por su parte, el gobierno local defendió su actuación asegurando que los niveles sonoros durante el evento no superaron los 65 decibelios en la muralla exterior de la finca —un nivel considerado inferior al sonido habitual de un teléfono— y afirmaron haber utilizado un limitador calibrado para mantener los decibelios dentro de parámetros seguros.