No puedo evitar sentirme profundamente conmovida por el caso de Juana Rivas. Desde que escuché su historia, he sentido una mezcla de indignación y empatía que me ha llevado a reflexionar sobre lo que significa ser madre en un mundo donde las leyes parecen estar más del lado de los papás que de las mamás. Y es que, en este rincón del sureste español, donde el sol brilla casi todo el año y el mar nos abraza con su calidez, también hay sombras que se ciernen sobre la vida de algunas mujeres.
Juana Rivas ha sido noticia por su lucha por la custodia de sus hijos, pero ahora la Audiencia Provincial de Granada ha decidido reabrir un caso que muchos creíamos cerrado. La acusación de sustracción de menores es seria, y aunque entiendo que hay leyes que deben cumplirse, me pregunto: ¿dónde queda el contexto emocional? ¿Dónde está la comprensión hacia una madre que solo busca proteger a sus hijos?
Recuerdo una conversación con mi amiga Laura, quien también es madre. Ella me decía cómo se siente cuando su hijo se pone enfermo; esa angustia que te consume y te hace cuestionar cada decisión. Juana ha estado en una situación similar, luchando contra viento y marea para garantizar la seguridad de sus pequeños. Me resulta difícil imaginar cómo debe sentirse al ver cómo su amor incondicional se convierte en objeto de escrutinio público.
Las redes sociales han estallado con opiniones encontradas sobre este caso. Algunos defienden a Juana como una madre heroína; otros ven en ella a una mujer que ha quebrantado las normas. Pero, ¿acaso no hemos todos hecho lo mismo alguna vez? En Almería, conocemos bien el valor de la familia y el sacrificio maternal. Mis propias abuelas, mujeres fuertes y luchadoras, hicieron lo imposible para criar a sus hijos en tiempos difíciles. Ellas nunca habrían permitido que nadie les arrebatará lo más preciado: su familia.
La figura del padre ausente también juega un papel importante aquí. Francesco Arcuri tiene derechos como padre, claro está, pero me pregunto si esos derechos deberían prevalecer sobre el instinto protector de una madre. La ley es fría y muchas veces incomprensible; sin embargo, las emociones son cálidas y humanas. En nuestro pueblo costero, donde todos nos conocemos, sería impensable juzgar a alguien sin conocer toda la historia detrás.
Lo que está en juego son dos niños inocentes atrapados entre dos mundos: uno donde su madre lucha por mantenerlos seguros y otro donde las leyes intentan dictar lo correcto sin tener en cuenta el amor incondicional. No sé qué pasará con Juana Rivas ni con su futuro; solo espero que esta batalla no les cause más daño del necesario.
Así que aquí estoy yo, escribiendo desde mi rincón almeriense y preguntándome si realmente estamos listos para escuchar las historias detrás de los titulares. Porque al final del día, todos merecemos ser escuchados antes de ser juzgados. Y aunque esta historia aún no ha terminado, espero que sirva para abrir un debate sobre lo que significa ser madre hoy en día en nuestra sociedad llena de contradicciones.