Las sustancias estupefacientes -hachís y marihuana- eran enviadas a territorio galo entre mercancía refrigerada para dificultar su hallazgo en los controles aduaneros, así como por perros adiestrados en detección de droga
Enviaban mensajes alertando de una posible brecha de seguridad en sus cuentas corrientes, obteniendo así las credenciales de sus víctimas y realizaban desvíos patrimoniales