El obispo de Almería, Antonio Gómez Cantero, ha defendido con entusiasmo el proyecto de formación para inmigrantes que la diócesis impulsa en el Seminario y ha pedido confianza a la sociedad almeriense. “Lo primero que quiero decir es que no tengáis miedo, que nadie tenga miedo, porque este es un proyecto de Iglesia y es un proyecto maravilloso en el que yo estoy ilusionado desde hace tiempo”, declaró ante los presentes, insistiendo en que la iniciativa “no es peligrosa ni ajena, sino profundamente evangélica”.
Gómez Cantero recordó que la puesta en marcha de este proyecto fue posible gracias a una donación anónima: “Sabéis que recibimos 10 millones de euros de un empresario anónimo, con lo cual pudimos evitar la venta del seminario, que había compradores”, explicó, para matizar que en su momento incluso se tanteó a dos universidades, aunque finalmente “no cuajó” porque ni las ofertas económicas eran suficientes ni existían condiciones para abrir un centro universitario.

El prelado aprovechó la ocasión para conectar el presente con su propia experiencia personal y pastoral. “En 1992 fui nombrado consiliario internacional de la Acción Católica de Niños con sede en París. Allí conocí la emigración española, que en los años 60 llegaba con lo puesto, incluso sin saber leer ni escribir”, relató. Recordó que muchas mujeres gallegas, andaluzas y castellanas llegaban “a la Gare d’Austerlitz con un fardillo, nada más”, y que religiosas de María Inmaculada las acogían para evitar que cayesen en la prostitución. “Eso de que antes íbamos a Europa con el trabajo garantizado es sólo una parte de la verdad”, subrayó.
El obispo enlazó aquella experiencia con la actual realidad migratoria. “Mi trabajo me llevó a visitar 30 países y ver cómo personas de Perú, Colombia, Venezuela, Ecuador o Bolivia querían venir a España porque no tenían qué comer. Igual que nosotros fuimos cuando no teníamos qué comer”, recordó. Y añadió: “La Iglesia tiene que dar una respuesta a esto, porque nuestra espiritualidad es samaritana, va unida a la espiritualidad católica”.
Respecto al uso del Seminario, Gómez Cantero fue claro: “En un principio aquí hay 30 habitaciones arriba con su cuarto de baño. No estaba pensado que la gente se quedara a dormir, pero hablando dijimos: ¿y por qué no? Si tienen que quedarse de lunes a jueves, que se queden, que no pasa absolutamente nada”. Descartó rotundamente los rumores sobre la presencia de menores extranjeros no acompañados o de jóvenes conflictivos: “No van a ser menas los que van a venir, no van a ser muchachos que han pasado por la cárcel, como se ha llegado a decir. Todas esas cosas tienen un fundamento que no es el nuestro”.
PROYECTO SERIO
El obispo insistió en que se trata de un programa serio: “El proyecto se lo puse en manos de los jesuitas, que tienen mucha experiencia. Es un proyecto, os aseguro, que es serio, bien planificado y que no nos va a llevar a nada que esté fuera de lugar”. Y añadió con énfasis: “Si hace falta, yo me vengo a vivir aquí. Esto no lo sabe nadie, ni mi vicario. Pero si hace falta yo me vengo a vivir aquí con ellos, porque a mí no me dan miedo”.
A lo largo de su intervención, reiteró que la Iglesia siempre ha estado en primera línea ante las necesidades sociales: “Cuando surgió el SIDA, las congregaciones religiosas se pusieron en marcha para acoger a los que estaban despreciados, como los leprosos. Allí donde ha habido una necesidad, allí ha estado la Iglesia”, defendió.
El obispo quiso zanjar también los comentarios sobre una supuesta rentabilidad económica del proyecto: “La diócesis no va a ganar dinero. Van a estar aquí totalmente gratis. Esto no se alquila, se da una función”. Detalló además que la mitad del Seminario seguirá al servicio de la Iglesia, con el Instituto Teológico y el IRSC, y que las parroquias podrán usar las instalaciones para encuentros o convivencias. Incluso apuntó nuevas posibilidades: “Si aquí hay cursos de cocina, como en otros sitios, los mismos jóvenes o adultos que estén en los cursos de cocina pueden dar de comer en el comedor a la gente que venga. Esto es pensar en positivo”.
NO VA A SALIR MAL
Concluyó lanzando un mensaje de confianza y compromiso: “Contra la propuesta, contra la protesta, propuesta. Y la propuesta nuestra es seria. Llevamos trabajándola casi un año, quizá falte otro año más, pero saldrá adelante. Si sale mal, haremos otro proyecto nuevo. Pero no va a salir mal”.
En sus palabras finales, Gómez Cantero insistió en la esencia de la iniciativa: “Lo importante es hacer propuestas y llevarlas a cabo. Esperamos que salga muy bien. No hay que tener miedo”.
En el plano social y eclesial, Cantero no rehuyó las críticas que han surgido, incluso desde sectores que se declaran católicos. “Cada persona piensa según sus ideologías y nadie es perfecto en esto de vivir el cristianismo”, reflexionó, restando dramatismo a las discrepancias. Al mismo tiempo, destacó los apoyos recibidos desde distintos ámbitos de la Iglesia, tanto parroquias cercanas como responsables eclesiásticos de peso. “Anoche mismo me llamó el cardenal almeriense en Rabat para decirme: Antonio, adelante, que es una idea preciosa y muy evangélica”, relató.

De hecho fue preguntado por la posibilidad de que muchos de los asistentes fuesen musulmanes, y si sería un problema. Cantero aclaró que en Senegal y otros países de la zona, el número de cristianos y de musulmanes suele ser similar, alrededor de un 40% cada una de las religiones, en tanto que el 20% practican otras de tipo natural.
Las dudas más inmediatas han llegado de algunos padres y madres del colegio vecino, preocupados por la convivencia de usos en el mismo solar. Los responsables explicaron que ya se han mantenido varias reuniones, primero con el equipo directivo y la asociación de familias en julio, y más recientemente con el claustro y con quienes quisieron asistir en septiembre. “Ha habido reticencias, preocupaciones, dudas, falta de información, un poco de todo”, reconocieron. Sin embargo, recalcaron que los edificios tienen entradas distintas y prácticamente ningún contacto, aunque expresaron su deseo de que en el futuro pueda haber colaboración en forma de voluntariado, tutorías, actividades deportivas o proyectos conjuntos.
DETALLES DEL PROYECTO
El responsable del proyecto que impulsa la Diócesis de Almería en el Seminario, Daniel Izuzquiza, expuso en detalle la filosofía y el recorrido de una iniciativa que, según recalcó, “lleva prácticamente todo el curso madurándose” y que ha ido tomando forma a través de conversaciones discretas y análisis de viabilidad. “Hemos tenido muchas conversaciones con distintas personas, más bien en un tono discreto, para ir afinando, primero, la viabilidad del proyecto y, segundo, por dónde enfocar”, relató.
Izuzquiza explicó que una de las primeras luces surgió en un encuentro con el que fue secretario general de Cáritas: “Yo le planteé si tenía sentido este edificio así. Muy pronto, casi desde el principio, descartamos usar el edificio del Seminario para viviendas. Nos enfocamos desde el primer momento en un proyecto de formación, de capacitación profesional para el empleo”.
El sacerdote compartió también otra conversación decisiva, esta vez con responsables de la Junta de Andalucía en el ámbito de la formación pesquera. “Me dijeron: la flota pesquera almeriense está de capa caída y en 15 años se cierra. No hay titulación, no hay gente que quiera trabajar. Algunos muchachos senegaleses tienen experiencia, tienen formación, les gusta. Pero la formación que ofrece la Junta, en el puerto de Almería, es imposible de compatibilizar con el trabajo en los invernaderos o con los transportes”.
La tercera reflexión llegó de la experiencia cercana de un joven migrante que convive con él en Níjar. “Se ha matriculado en un ciclo de hostelería. Como las clases empiezan a las ocho y media, coge el autobús a las seis y media, termina a las tres, pierde el de las tres y media, espera al de las seis y llega a casa a las ocho. La formación son seis horas, pero su jornada es de catorce. Y me dice: ¿y cuándo estudio? Claro, si una persona así tuviera un espacio donde comer, descansar, estudiar castellano por la tarde, sería bastante razonable”, relató.
A partir de esas experiencias, Izuzquiza dibujó tres dimensiones clave del proyecto: “La primera habla de la racionalidad, de poner cabeza. La segunda habla de la esperanza: esperanza para las personas que se van a poder formar y esperanza para la sociedad almeriense, porque conecta con las necesidades formativas y las demandas del mundo empresarial. Y la tercera habla de la dimensión afectiva: es comprensible que la gente esté preocupada, pero también estos jóvenes forman parte de nuestra sociedad y por ellos apostamos”.
Subrayó que la idea de fondo no es el edificio en sí, sino lo que puede nacer de él. “Una de las cosas que dice el Papa Francisco es que lo importante no es ocupar espacios, sino suscitar procesos. Este edificio es simbólico, pero lo esencial son los procesos personales, comunitarios y sociales que se puedan impulsar con este trampolín”, enfatizó.
Izuzquiza adelantó algunos detalles prácticos. “La directora del proyecto, que se incorporó en septiembre, está ahora mismo hablando con empresas, centros de formación, ETT, estudiando informes, viendo con precisión. Probablemente trabajaremos con certificados de profesionalidad de nivel 1 o 2. Pensamos en la familia de hostelería, operaciones de bar o de sala; quizá atención geriátrica, auxiliar de ayuda a domicilio; también logística de almacén. No está aún definido cuáles serán los primeros itinerarios ni cuándo empezarán”.
CUATRO AÑOS CERRADO
Sobre el edificio, señaló que lleva cuatro años cerrado y necesita ajustes técnicos antes de iniciar la acreditación ante la Junta de Andalucía: “Hay que resolver temas de incendios, accesibilidad, ventilación de la cocina. Hasta que no esté eso, no se puede tramitar el expediente. No sabría decir si será de aquí a Navidad, pero mientras tanto seguiremos puliendo detalles”.
La oferta formativa, según explicó, tendrá cuatro ejes: cursos presenciales en el propio centro, cursos externos en coordinación con otras entidades, formación en competencias transversales como castellano, digitalización o habilidades sociales, y una apuesta por la formación integral. “No formamos solo trabajadores, sino personas”, afirmó.
En cuanto al perfil de los destinatarios, dejó claro que no se trata de recién llegados. “Son jóvenes adultos que llevan aquí años, trabajando sobre todo en los invernaderos, pero que tienen formación y experiencia en sus países. Personas que renuncian a un empleo precario para apostar por itinerarios largos, con la esperanza de un futuro mejor. Muchos ya participan en actividades de entidades como Almería Acoge, Cepaim, Bantabá o Nácani, y algunos están en procesos de arraigo socio-formativo”.
Izuzquiza destacó además la convivencia prevista en el Seminario: “Aquí vivirá una comunidad religiosa, las Misioneras de Cristo Jesús, tres personas —una de Ghana, otra de Filipinas y otra española— que compartirán la vida con la gente que resida aquí. Y eso habla también de integración y de confianza mutua”.
El responsable del proyecto cerró su intervención reivindicando el sentido profundo de esta iniciativa: “Hablamos de procesos que suman para la sociedad almeriense. No se trata de imponer nada, sino de acompañar, de suscitar, de caminar juntos. Ellos también forman parte de nuestra sociedad, y por ellos también apostamos”.
MÁS DETALLES
La planificación formativa del Seminario se va perfilando con un planteamiento prudente y flexible. Los responsables han optado por organizar grupos reducidos, de unas quince personas, para facilitar el acompañamiento y la calidad de la enseñanza. “Vamos a ir piano piano”, señalaron, conscientes de que todavía no está claro cuántas familias profesionales se pondrán en marcha ni cuántos cursos simultáneos podrán desarrollarse al inicio. La idea es comenzar con itinerarios básicos, como por ejemplo un curso para camareros de bar, y ver la respuesta.
El calendario aún no está cerrado. Los más optimistas creen que en marzo podrían estar acreditadas las aulas, hecha la convocatoria, seleccionados los alumnos y arrancar un primer curso antes del verano. Otros, más prudentes, señalan septiembre como fecha probable. Lo que sí está claro es que se comenzará con al menos dos aulas ya prácticamente adaptadas a la normativa, situadas en uno de los pasillos del edificio. “Una cosa es acreditar el aula y otra cosa es acreditar el curso y ponerlo en marcha. Habrá que ir viendo la cadencia”, apuntaron.
Otro de los puntos clave es la coordinación con el resto de entidades sociales que ofrecen formación en la ciudad. Muy cerca se encuentra el Centro de Formación de Cáritas Diocesana, que se ha convertido en un aliado natural del proyecto. La intención es armonizar calendarios y programaciones para no duplicar esfuerzos y ofrecer una propuesta conjunta y coherente a la sociedad almeriense.
La duración de los itinerarios dependerá del tipo de certificado de profesionalidad. Los de nivel 1, con unas 350 horas, pueden completarse en un trimestre. Los de nivel 2 requieren prácticamente medio año. Y existe también la posibilidad de enlazar varias acciones formativas, de manera que un alumno pueda cursar dos certificados distintos en un semestre. Todo ello con la idea de que la formación no se quede en la mera obtención de títulos, sino que se integre en procesos de inserción laboral con prácticas, acompañamiento y contacto directo con las empresas.
En este sentido, subrayaron la experiencia educativa de los jesuitas en España, con más de 70 colegios y alrededor de 60.000 alumnos, y el sistema de “entorno seguro” que aplican a todos sus centros, basado en la formación del personal, la evaluación de riesgos y el acompañamiento continuo. “Algo de esto sabemos, también en el ámbito educativo”, recalcaron, insistiendo en que el proyecto no nace de la improvisación, sino de una experiencia acumulada.
Con todo, reconocieron que la comunicación transparente es clave para vencer miedos y malentendidos. De ahí que apelaran a los medios de comunicación para trasladar información clara, veraz y ajustada a la realidad. “Se trata de un proyecto que nace en clave de esperanza, con una apuesta de futuro. Y así es como queremos que sea percibido por la sociedad almeriense”, concluyeron.